La persistencia de la visión

Existen libros que no deben ser leídos. Libros que hasta los mismos escritores que les hacen sus prólogos recomienda no leer. Ya sea por que son muy poderosos y pueden generar estados de ánimo extremos. Ya sea porque la propuesta es tan sólida que te hace dudar de tus bases. O el genio del escritor es tal que te trasmite vivamente lo que sufren o gozan los personajes; te hace sentirlo. Y después dicen que la lectura no es apasionante.

John Varley realizó en 1978 un cuento titulado “La persistencia de la visión”, el cual ganó los premios importantes de ciencia ficción de ese año. El cuento se parece mucho a “El país de los ciegos” de H.G. Wells, escrito en 1899.

Varley toma la línea básica de la historia: Una sociedad de personas discapacitadas, pero si Wells piensa en ciegos, Varley dice ciegos, sordos y mudos.

Wells hace que el extranjero caiga de la montaña en ese país aislado en un valle de los Andes. Varley, en cambio, hace que su protagonista encuentra la comuna en su vagabundeo por un mundo del futuro semi apocalíptico. Ninguna de las historias habla sobre adelantos tecnológicos y sin embargo, las dos historias son ciencia ficción.

Wells le da un giro al refrán “ En tierra de ciegos el tuerto es rey“. Su protagonista, a pesar de ver, no puede tomar el poder ante la fuerza de la comunidad. Es contenido y regresa contrito a pedir comida y se integra a la sociedad como un niño pequeño a quien hay que educar para que deje de pensar en la fantasía de “ver”.

Varley genera una metáfora extrema y como debería hacer todo buen escritor, nos confronta con lo normal y permitido, con lo que es la belleza profunda y la plenitud: Los hijos normales de los ciego-sordo-mudos se sienten incapaces de lograr un estado de comunión profunda al cual sus mayores pueden llegar con un ritual que tienen. Los observan felices, plenos, uno con el universo y se sienten incompletos

Varley nos abofetea y dice que somos insensatos por confiar demasiado en la visión, la audición y el habla. Con solo dos sentidos ellos hacen y logran más; se comunican mejor. Se vuelven una gestalt, el todo es mayor que la suma de las partes y la forma en que se logra esa totalidad es la que puede incomodar al lector.

El protagonista se va de la comunidad un tiempo pero no puede olvidar lo que aprendió; ya no puede integrarse a una vida “normal”. Regresa para generar uno de los finales más hermosos, terribles e inolvidables de la ciencia ficción.

El autor ha logrado su objetivo. Después de 15 años de haberlo leído por primera vez es un cuento que recomiendo con reservas, como así lo hago en este momento.

 

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